jueves, 16 de julio de 2009

el ocaso de la patria grande

vamos a empezar con un clásico. vaya uno a saber por qué, pero los lectores de la nación se atribuyen la autoridad moral para hablar de lo que sea: política, ciencia, cultura, educación, deportes...
y, siempre, lo hacen desde el púlpito.
desde 2001 en adelante, los que que confiaron en que el 1 a 1 iba a ser eterno y se encontraron una tarde de fines de diciembre preguntándose a dónde fue a parar mi país, con ellos *teniendo* que salir a la calle a defender su plata, perdón, sus derechos, iniciaron una escalada patriótica.
si hasta entonces habían pasado una década coleccionando banderitas de todos los países del mundo y comparando la limpieza de las veredas de zurich con la mugre de florida, *porque la gente [entre nosotros, un eufemismo para decir *negros de mierda*] tira papelitos*, se les ocurrió que había que volver a los valores.
pero, ¿qué valores? luego del derrame capitalista de los 90s, los valores pasaron a ser: departamento en recoleta [o sus símiles aspiracionales], casa en los suburbios bien, auto importado [porque somos argentinos, pero en un mercedes benz modelo 82 diesel se puede aparentar *estilo* y *casta*], universidad privada y vacaciones en playas con nombres maoríes; o sea, la ley de divorcio ya los había desligado de ése cónyuge horroroso: ergo, valores cristianos -y culposos a raíz de los 70- no se podían esgrimir.
por lo tanto, recuperemos los de un siglo atrás, recuperemos a roca [ay, félix, cuánta paz nos trajiste al reconociliarnos con un roca civilizado] y a la generación eurocentrista del 80.
esto obligó al mecanismo mental del mediopelo argentino a exaltarse a través de un signo patrio: la bandera.
sí, esa bandera que hasta entonces era motivo de hasta vergüenza: *no sabés lo que me pasó; estaba en la tienda del musé de orsé [porque lo pronuncian en francés, viste] comprándome una reproducción de un gaugin y se aparece un argentino [por argentino, entiéndase habitante del a) conurbano sur bonaerense, b) barrio equivocado de la capital y c) ciudadano del interior del país que evidentemente no pertenece a familia patricia] envuelto en una bandera argentina. no sabés el quemo que me dio. me tuve que ir...*.
perio bueno, vamos a lo nuestro. resulta que ahora todos estos lectores sienten la necesidad imperiosa de a) decir que ellos ponen la bandera en el balcón en ocasión de las fechas patrias; b) decir que se sienten horrorizados por ver que ya nadie las pone; c) considerar que son los jóvenes los que han adquirido esta terrible costumbre; d) recordar que en épocas pretéritas esto no ocurría; e) y echarle la culpa al matrimonio en el poder porque seguramente es una operación montonera con ejes en el marxismo leninismo apátrida para que todos los argentinos de bien perdamos las referencias históricas y pasemos a convertirnos en un país satélite de la dictadura castrista previa escala en el socialismo de chávez.
quizás el ejemplo que cite a continuación no sea el más claro en este sentido. pero su espíritu es el mismo y, a partir de ahora, los iré rescatando de mi archivo de cartas de lectores para que, todos juntos, nos podamos cagar un poco de risa. [vale aclarar que el efecto de la lectura de estas cartas se completa con la persona encargada de titularlas, imprimiéndoles el eje argumentativo.]

"Patria ausente
Señor Director:
"La decadencia argentina involucra también el olvido, la elíptica negación o la carencia de importancia asignada a nuestras fiestas patrias, nuestras epopeyas y nuestros próceres. Cuando pasan lista, la patria parece ausente.
"Los pechos no llevan más escarapelas, ni aun en los actos oficiales. Las casas no lucen sus banderas en la ventana o el balcón. No hay festejos o devienen efímeros. La principal noticia pasa, en estos feriados que los jóvenes no pueden explicarse, por el atestamiento de la terminal de ómnibus, de las autopistas, o las colas en el Aeroparque, en esta ocasión disimuladas por la pandemia. El Himno Nacional es murmurado con una prudencia que no excede un tímido movimiento de labios, que no llega a transformarse en canto. Esto se viene acentuando desde hace tiempo. Parece que todos nos vamos acostumbrando a no evocar, a no admirar, a cuestionar todo, y los medios orales y escritos no son ajenos a este fenómeno que desdibuja el merecido recuerdo.
"Libertador San Martín, 9 de Julio, Belgrano, Directorio, Pueyrredón se han convertido en el mero nombre de avenidas, mientras que 25 de Mayo, San Martín, Saavedra, Maza, Medrano, Laprida y Paso no trascienden más allá de ser el nombre de una calle
"Los jóvenes y, especialmente, los niños, bien, gracias. Un milagro sería encontrar alguno que nombrara a todos los integrantes de la Primera Junta, y pocos podrían balbucear diez congresales que hayan acompañado a Francisco Narciso de Laprida
"Sólo nos queda explicarles que en el GPS todos éstos aparecen como nombres de calles o avenidas.
"Aún estamos a tiempo para redimirnos. Para que el Bicentenario tenga más sentido, para que exceda los infaltables fuegos artificiales, para que nuestra gente recupere al menos algún sentido de pertenencia a sus raíces y para que el orgullo de ser argentino trascienda la exclusiva necesidad de que nuestra selección se clasifique para el Mundial."
Ignacio González García
LE 7.746.180"

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