domingo, 26 de julio de 2009

se prenden los primos

porque no todo en el mundo es la nación, viste.
los primos de clarín también tienen lo suyo. ya no las llaman más, por suerte, *cartas al país*, que se sumaba al aire megalómano del monopolio (ramos dixit). aunque, vale decirlo, casi siempre sus cartas (que son menos) son puestas luego de pasar múltiples filtros (de buen gusto, sobre todo).
pero muchas veces se cuelan boludeces. porque, quizás, festejan algo que leyeron en el *gran diario*. y a veces me entregan dos seguidas sobre el mismo tema, como pasó hoy, domingo:

Aquellos viejos vagones del subte

Estoy muy de acuerdo con la lectora Enta P. de Rabinowicz. Los vagones de madera del Subte A son los mejores y se destacan entre todos de todas las líneas. Me da mucha alegría viajar en esos vagones y decae mi ánimo si no me toca subirme a uno de ellos.
¿No se dieron cuenta que inspiran calidez y confort? ¿No se dieron cuenta cómo contrastan sus colores con los tonos fríos de todo el mundo exterior? En esa madera están impregnadas millones y millones de historias de las personas que pasaron por allí a lo largo de muchísimo tiempo. Yo no sé qué opinión tendrá de ellos hoy en día la gente en general, pero ojalá la mayoría sienta como Enta y como yo. ¡Ojalá que se valore su belleza y los restauren para que los podamos seguir usando y no los reemplacen con trenes más modernos, insulsos y fríos!
Claudia Zimmermann
claudiazim@gmail.com

Escribo por la carta de la señora Enta de Rabinowicz del 15 de julio sobre los vagones del Subte A. Me gustaría agradecer, en primer lugar, que alguien se haya interesado por el arte con que se realizaban las cosas hace un siglo, arte que desde hace unos años están queriendo hacer desaparecer por el simple hecho de hacer más plata.
El estilo moderno minimalista (y animalista, porque parece que nos quieren hacer ver como simple ganado) aspira a una vida desabrida, olvidando, de paso, que hubo una historia y que hubo un arte en todo lo que se hacía. Una magia que encierran las cosas antiguas, y que poco a poco la gente está olvidando.
Por eso, agradezco que haya personas que defiendan este espíritu con el que se hacía todo, desde un cuadro hasta una migaja de pan. Mis apenas 24 años me alcanzan para extrañar esa época antigua, donde todo era arte.
Martin Diel
mdiel@cablevision.com.ar

hay varios laboratorios que están queriendo ubicar a claudia. quieren saber cómo clonar sus endorfinas, ya que encontrar una persona que se sube contenta al subte a en hora pico porque *son de madera* es digno de estudio. encima, para poner paranoicos a otros, te lanza eso de (que con toda la intención de hacer poética a la carta) *esa madera están impregnadas millones y millones de historias de las personas que pasaron por allí a lo largo de muchísimo tiempo* y todas esas historias ahora tiene ése qué se yo de la gripe a.
claudita, en el siglo xxi un tren de madera que cruje a cada rato, las puertas se abren -con dificultad- con las manos, son oscuros y ¿fácil de incendiarse?, tener un servicio público de ese calibre es, francamente, peligroso. ¿o acaso querés que vuelvan, por ejemplo, los colectivos mb 1114 sólo porque te recuerdan a cuando era más tonta aún y los choferes los adornaban como si fueran a una murga? si los querés restaurados, está todo bien, pero que estén en un museo, no jodas.
martín, por su parte, desde sus pelotudos 24 años ¿extraña? una época que no vivió. creo que sobran los insultos que se le podrían aplicar a semejante afirmación. por lo que los dejo a su imaginación.

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